La verdad es que el universo BDSM siempre había despertado en mí mucha curiosidad, pero nunca se me había ocurrido profundizar el tema, ¿para qué al final? Ponerlo en el CV tampoco me servía de nada. Hasta que un día tuve posibilidad de entrevistar a Ama Monika, una de las personalidades más importantes e influyentes del sector. Quedé con ella en el Salón Erótico de Barcelona Apricots y, tengo que ser sincera, el hecho de estar sola con ella me acojonaba un poco. Ama Monika impone mucho, será porque no da tanto la impresión de ser una mujer cachonda o bromista, o será por las prendas de cuero, los tacones kilométricos y los látigos que lleva como si fueran un cualquier accesorio de moda. Sea como sea, me daba mucho respeto. Sin embargo, como suele pasar a menudo, las primeras impresiones son engañosas.
Quise ser clara con ella desde el minuto cero “Soy una total inexperta en BDSM, tendrás que explicarme las cosas como si fuera una niña tonta”. Fue en ese momento que vi por primera vez su sonrisa, y con ella entendí que delante de mí no estaba una ama del BDSM sino una mujer dotada de sentimientos y capacidad de empatizar. Vamos, un ser humano normal y corriente. “Bien, no me va a pegar ningún latigazo”, pensé.
La primera pregunta no la hice yo, sino ella a mí: “¿Cuándo vas a publicar la entrevista?”. Desde aquel momento ha pasado más de un mes y ahora, por fin, aquí están esos 50 minutos de conversación escritos en negro sobre blanco.
Ama Monika, ¿cuánto tiempo hace que trabajas en el BDSM? Llevo 10 años trabajando y colaborando en el Festival Erótico de Barcelona, y 15 años trabajando como profesional del sector.
¿Siempre has sido ama? Voy a ser muy sincera: empecé por un tema de dinero. Tenía que pagar la hipoteca y no me quedaba más remedio que meterme como señorita de compañía, cosa que con mi carácter no iba. La vida quiso que encontrara una mujer mayor con problemas de alcohol que hacía de ama y que me propuso contestar al teléfono y hacer como si fuera su sumisa. En aquel entonces no tenía ni idea de lo que era todo esto. Contestaba al teléfono diciendo “Mi señora en este momento está con un esclavo” y era mentira, estaba más borracha que otra cosa. Hasta que un día me dije “Bueno, ¿por qué no puedo intentarlo por mi cuenta?” y así hice. Empecé así, sin que nadie me explicara nada, de hecho mezclaba sexo con dominación. Fui aprendiendo gracias a los sumisos que me iban enseñando. Entonces me llamaba Patricia y me iban diciendo “Mira, tienes que hacer esto o aquello”; no cogí un libro hasta después de 5 años. O sea, aprendí sola y con mis esclavos, que de hecho, después de 15 años, todavía siguen conmigo.
Es decir, desde el primer momento, aunque no tuvieras ningún tipo de conocimiento, has sido ama. ¿Nunca has sido esclava? No, nunca he llegado a ser esclava. El BDSM ha hecho que me encontrara a mí misma, que descubriera mi carácter y mi verdadera forma de ser. Cuando la gente que me conocía empezó a enterarse, tuve bastante movidas y desprecio, pero con el tiempo empezó a darme igual porque esa era yo y punto. A partir de allí me empezaron a abrir las puertas de los sitios, conocí personas súper inteligentes, descubrí que este mundo es muy divertido, que tiene una amplitud de juegos y aparte me dio una libertad impresionante. O sea, con el BDSM soy yo misma.
¿Qué relación hay con tus esclavos fuera del escenario? Cuando te conocí la primera vez, ibas con dos de tus esclavos… Sí, y uno de ellos es mi pareja.
¿Y en pareja os portáis con las mismas dinámicas del BDSM? No, no sería sano y se confundirían mucho las cosas. Cuando hay una relación de tiempo ya es como un matrimonio. Creo que a una mujer, así como a un hombre, le gusta tener a su lado una persona con carácter, que sabe lo que hace y que no le mande constantemente, es que sería demasiado estrés. Alguna vez claro que jugamos, también me ha dado algunos azotes como cualquier pareja, y si nos apetece nos disfrazamos, hacemos sexo o lo que sea, pero con los demás es diferente.
¿En qué es diferente? Tengo un esclavo, desde hace 5 años, con el que nunca he tenido ni tendré ningún tipo de relación sexual. Nuestra relación es un 24/7. Él me ve como una Diosa inalcanzable a la cual tiene que respetar y obedecer en todo momento. Si yo me desnudara, o simplemente enseñara un pecho, todo ese respeto, deseo que siente por mí se desvanecería sin más, y pasaría a ser una mujer del montón. Con mi pareja soy una Diosa convertida en mujer. Ahora te contaré una anécdota curiosa sobre mi sumiso. En ocasiones habla a destiempo, o pide demasiado, siendo con ello lo que se comprende como «un amo pasivo». Pues, hoy con él ha sido un poco curioso en la comida porque se adelantó a que yo le ofreciera los restos de comida que me habían sobrado y entonces le puse el plato en el suelo y terminó comiéndose unas patatas con salsa en el suelo, ahí en el restaurante delante de todo el mundo. Luego le mandé a sentar y tenía toda la cara sucia…
¿Nunca te sientes culpable o te dan penita? Me daban pena al principio, ¿y sabes lo qué sucedía? Que no lograba nada. La pena es lo peor que puedes demostrar frente a un esclavo, así como el miedo. La gente no lo sabe pero hay esclavos que se pueden volver contra ti, como no les sepas dominar y hables con coherencia, se te pueden rebotar. Me he llevado varios sustos de los que he tenido que defenderme en diferentes ocasiones…
¿Me puedes contar algunos de estos sucesos? Uno, por ejemplo, me levantó la mano, pero tuve capacidad de pararle y decirle: ¿Pero qué estás haciendo? A mí no me levanta la mano ni Cristo”. Entonces le mandé de rodillas, le pisé la cabeza y le puse el tacón por los oídos diciéndole “Vas a recibir la mayor paliza de tu vida”. Le di con la fusta en el culo y después le mandé que se bajara los pantalones, que se hiciera una paja, que se corriera en el suelo y que lo lamiera todo. Cuando acabó, le dije que se fuera de rodillas con los pantalones bajados hasta la puerta y adiós, muy buenas. Y me dijo “Es usted muy buena ama”. Hubo otro, cuando ya destacaba como ama, que me levantó la manos dos veces y me dijo que a él también le gustaba pegar, así que le dije “Qué quieres, ¿que te de bien por detrás?”. Pues le cogí, le puse a cuatro patas, saqué un consolador, un escupitajo sin lubricante ni nada y para adentro en seco, y cuando terminé le dije “¡Vete!”. Lo que te quiero decir con todo esto ,es que si una mujer se quiere prestar como ama, tiene que tener carácter, mucha frialdad e ir con mucho cuidado, ya sea con lo que haces con los sumisos, o con ciertas personas.
¿No crees haber perdido un poco de humanidad? No, yo soy muy juiciosa. Tengo mucha humanidad, lloro cuando veo cosas malas que suceden realmente en la vida. He conocido lo que es gente sádica y que me ha hecho mucho daño. He sufrido yo también acoso psicológico. Y también, he sufrido algunas cachetadas, sé lo qué es y no me gusta, pero todo esto me ha levantado hacia arriba. Yo sé lo que quieren los sumisos y tengo mucho cuidado. Si hubiese perdido humanidad ya hubiera hecho muchas barbaridades, me han pedido cada cosa…
¿Cómo qué? La barbaridad más grande fue la de un señor que quería que le castrara. Teníamos una sesión de unas dos horas de sado genital muy fuerte, pero estaba pensando constantemente en que quería ser castrado. Entonces un día ya cansada de escuchar siempre lo mismo, le dije que le iba a traer una doctor que se lo iba a hacer. Tenía pensado gastarle un escarmiento, le dije que a partir de ese momento no iba a haber ninguna palabra clave, que le iba a dar justo todo lo que estaba pidiendo y no iba a haber marcha atrás. Pues, se quedó acojonado. Le dije “Será el día de tu cumpleaños. lo primero vamos a hacer una gran fiesta y voy a traer una señorita que te va a hacer compañía y vas a follar como un loco, quiero que te quedes vacío”. Por supuesto era todo falso, era sólo una trama que estaba montando. Mi intención era traer a un amigo alemán que fingiera ser el médico, dormirle y luego que medio atontado viera al doctor y que se hiciera un lío. Quería que por la mañana se despertara con pinzas en los testículos para que se creyera que eran los puntos y para comer le quería dar una tortilla que supuestamente estaba hecha con lo que le habíamos quitado. Pero cuando le dije que eran 5.000 euros, se rajó y no se hizo nada.
¿Tus clientes suelen tener mucho poder adquisitivo? Hay de todo, a todo el mundo le gusta esto. Hay quien se lo puede permitir y quien no. Hay quien hace “brico-sado” porque no se puede permitir otra cosa. Cuando empecé a trabajar en esto, todas las herramientas me las hacía yo. Mi primer látigo fue un mango de martillo y un cinturón.
¿Y ahora tienes un estudio? Ahora tengo un estudio que alucinas…
Si no recuerdo mal, has salido en muchos programas de tele, ¿verdad? Sí, he salido en “7 días, 7 noches”, en “Vidas anónimas”, en “Todo Madrid”, en “Callejeros”, en “La Noria”, en “La Mesa Redonda” y en muchos más programas que ahora mismo no recuerdo.
¿Y cómo llegaste a la notoriedad? Lo primero gracias a mis sumisos, y después por anuncios en periódicos. Luego conocí al propietario de Tacones Altos y con él empecé a enterarme de los festivales eróticos, y Mistress Monic fue la que me dio el paso.
¿Entonces es por eso que te llamas Ama Monika? No, no es por eso. Este nombre me lo pusieron entre los sumisos, ellos decidieron.
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