Lo que estoy a punto de contar es el peor polvo de mi vida. Lo he llamado así no porque el chaval fuera mal empotrador o eyaculador precoz, no, los motivos son otros.
Follar en el coche está muy bien, sobre todo si aún vives con tus padres y a ellos no les gusta la idea de tener a la hija tirándose a uno en el salón. Son muy tradicionales, lo sé.
Así que estaba en el coche con este tío en un lugar alejado, tan alejado que antes de ir tuve que vacunarme. Nos habíamos llevado comida india para comerla mirando las estrellas, sentados encima del coche como en las peores películas americanas. Comimos, bebimos y nos reímos mucho, hasta que empezamos a calentarnos de verdad. El afán era tan fuerte que acabamos en el suelo, revolcándonos como unos cerdos en la mierda. Y, efectivamente, nos estábamos restregando en una gigantesca cagada de vaca que, a causa de la oscuridad, no habíamos visto.
Esta es una historia de verdad y es la historia del polvo que nunca conseguiré quitarme de la cabeza. Sé que no soy la única en haber tenido experiencias sexuales inolvidables… porque una cosa es lo que contamos a nuestros amigos, y otra es la verdad. Así que os invitamos a participar en nuestro concurso Aquellos Maravillosos Polvos y contarnos aquello que, por la razón que sea, no podéis olvidar. Que sea raro, cómico, dramático, curioso, entrañable, bizarro o horrible, da igual, nuestras expertas del sexo contestarán a todo el mundo diciendo qué hubiesen hecho ellas para hacerlo maravilloso.
¿Y qué ganáis? La experiencia más votada por los usuarios se llevará una entrada doble para el Salón Erótico de Barcelona Apricots y 4 consumiciones. Además adjudicaremos otras dos entradas dobles a las dos experiencias más originales, o penosas.
Se os va la olla, seguid así.